martes, 23 de octubre de 2012

No sois tan solo un íntimo artefacto

Ana Red, mi querida Ana Red, tanto tiempo he buscado a una mujer, pero no a una cualquiera sino a esa una, a esa única perdida con el viejo paraíso, que ahora, al hablar de ti, al escribirte, me parece que lo hago siempre en hipótesis. Aun sabiendo que eres real, o al menos tan real como yo mismo, independientemente de mi percepción particular y de mi propia conciencia, aun habiéndote encontrado, no soy capaz de acostumbrarme. Porque, además, ¿qué tenemos tú y yo? Nos separan las montañas y los valles y las largas poblaciones y las urbanizaciones semidesiertas y los días y los meses y las edades...
Por eso, para soportar mejor no tener más de ti que las breves líneas que de tanto en tanto me escribes (ni tu voz ni el recuerdo del suave perfume de tus cabellos, que poco a poco se desvanece en mi memoria, ni tus tenues pasos sobre la tierra que cuando tú la pisas siempre parece recién creada), imagino esta distancia de siglos que me hace hablarte de vos y ahogar mis versos de pesadas figuras y conceptos para que tú y solo tú puedas salvar del naufragio lo que en ellos hay de ti y mí:

No penséis mal de mí. Yo os sé perfecta;
y aunque habitéis mi pensamiento abstracto
no sois tan solo un íntimo artefacto
mental, sino la forma predilecta

de un espacio imposible, esfera y recta,
que mi verso severo mas exacto
analiza y no prueba en cero exacto,
aunque el principio al fin, pienso, conecta.

Así, no pongáis freno a mi conducta
si alguna vez en vuestro culo impacta
la palma de mi estrofa con afecto

(os juro, y vos sabéis, que bien instructa),
pues para ser perfecto autodidacta
algo habré de probar, y eso proyecto.

Andrei Distrievich

domingo, 7 de octubre de 2012

Va de bichos (y VII)

Por fin, una vez descubierto el texto “perdido” de “Tere”, que reproduje aquí hace solo unos días, puedo al fin publicar el último texto de esta curiosa correspondencia entre tres interlocutores, Mario Loppo, “Rafael” y “Tere”, en torno a una tortuga de este último. Creo que el poema que hoy transcribo aquí, de nuevo un soneto al parecer también con rimas forzadas, cierra la serie, si no aparecen nuevos textos. Desde luego, se trata sin duda del último con respecto a los precedentes por sus más o menos evidentes alusiones a la discusión entre el individuo y la especie, a las lampyridae antes mencionadas por “Tere” o a las paradojas eleáticas.
De cualquier forma, acabado el “juego”, me queda un regusto amargo de autenticidad. Rafael y Tere pueden ser nombres fingidos, pero sin duda existen. Mario Loppo o Màrius Llop, fuese quien realmente fuese, existió, y tal vez aún exista. La tortuga de Rafael existió o no pero ambas posibilidades excluyen su supervivencia. Lo que quiero decir, como mi querido poeta gallego Xulio L. Valcárcel, es que «Para o día e para ti, a noite avanza» y que, para la eternidad, hablar de ayer o de mañana o nunca en relación a nuestras cortas vidas es lo mismo.




No una indistinta bestia ni cualquier
esencia sin porqué, no cucaracha
ni alimaña escondida en su covacha:
otra ha de ser la especie y el ujier

que vele este misterio: una luciér-
naga vuele tal vez con rara facha,
premonitoria, aciaga como un hacha,
o incluso mil acechen por doquier.

No el raudo Aquiles vence, y apechuga.
Jamás llega a la fruta aquella flecha
de Zenón, y se pudre, indemne y pocha.

Y esa noche que Tere centrifuga
con su luna sin luego y sin derecha,
por siempre tu tortuga ya trasnocha.
Mario Loppo